«Quiero adelgazar, pero no quiero sentirme así, estoy agotada de intentarlo», ¿te suena esta frase?, ¿alguna vez has pensado algo parecido? Si es así, esto te interesa.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son multicausales y, por ello, no podemos decir que exista una causa que, por sí sola, haga que una persona lo desarrolle. Lo que todos sabemos de los TCA es que son trastornos relacionados con la relación que tiene una persona con la comida y con su imagen corporal, pero lo cierto es que van muchísimo más allá.
A su vez, a todas las variables que pueden influir en que una persona termine desarrollando un TCA, se le suman, la cantidad de reglas impuestas por la sociedad que las mujeres tenemos que cumplir. Los cánones de belleza y los estereotipos asociados a la feminidad impulsan a las mujeres a querer cumplir (o verse obligadas) con dichos cánones. Estas variables, entre otras, incluyen como predisponentes a presentar conductas asociadas a problemas de alimentación e imagen corporal, las cuales se pueden encuadrar dentro de los TCA, en los casos más graves.
Tenemos que vernos delgadas y, para ello, realizar conductas encaminadas a lograr el cuerpo perfecto, aún suponiendo un esfuerzo y un sacrificio; porque si no tienes ese cuerpo perfecto, parece que no tienes un lugar en la sociedad. La dura realidad es que pagamos un precio muy alto puesto que, asumir estas reglas y mandatos que se nos imponen puede conllevar graves consecuencias para la salud, pero ¿cómo podemos dejar todo esto atrás?
Ambivalencia al cambio en TCA
Dejar de lado todo lo aprendido para controlar el peso y la imagen corporal es muy complicado y puede que te de mucho miedo, ya que aquí entra en juego lo que conocemos como: ambivalencia al cambio. En este caso, podemos definirla como el miedo a romper con las conductas dañinas que mantienen el TCA, ya que estos comportamientos son los que nos alejan de la posibilidad de aumentar de peso; sin embargo, también aparece el deseo de descansar de todos estos comportamientos y empezar a vivir tranquila, como un intento de mejorar la salud física, social y psicológica.
En otras palabras, podemos asociarla a pensamientos como: «¿me compensa seguir este deseo continuo de estar más delgada?», respondiendo al miedo a engordar; «¿me compensa pagar un precio tan alto para encajar?», respondiendo al miedo a ser rechazada; «¿me compensa seguir llevando a cabo todas estas conductas?», respondiendo al miedo a perder el falso control que otorga el TCA. Y es que, a veces podemos tener la respuesta a estas preguntas muy clara, respondiendo un: «sí, me compensa el TCA», porque nos pone en una posición de control y nos ayuda a aliviar el malestar asociado a no cumplir con los cánones de belleza. Al fin y al cabo, «después de todo lo que me he esforzado para conseguir el cuerpo que quiero, para sentirme querida y para encajar, ¿cómo voy a tirarlo todo por la borda?»
En la otra cara de la moneda, hay otras situaciones en las que podemos pensar: «no, no me compensa el TCA», porque la realidad es que con el TCA se pierde más de lo que se gana, SIEMPRE. Cumplir con todas las conductas de control, compensación, restricción y evitación, supone un coste que no compensa ni a corto ni a largo plazo (aunque tú ahora creas que sí).
No obstante, entre los dos polos: sí me compensa el TCA VS no me compensa el TCA, encontramos ese punto intermedio donde concluimos que: compensa un poco (en ambas direcciones) y es completamente normal encontrarse en ese punto, de hecho es donde comienza el cambio. Es el punto en el que valoramos los beneficios y consecuencias de nuestro comportamiento, donde ponemos en una balanza qué nos mantiene en esta situación y para qué seguimos desplegando este tipo de conductas. Por ello, todas estas dudas a favor del cambio, puede ser el punto de inflexión para romper con dicha ambivalencia e ir inclinando la balanza hacia el: sí, quiero dejarlo atrás.
Por ello, si al leer esto te sientes identificada, solo tengo que decirte que es normal que sientas miedo al cambio, es normal que pienses que vas a perder más de lo que vas a ganar dejando atrás el TCA y que, es normal que, durante todo el proceso, sientas dudas y deseos de moverte entre los dos polos opuestos de esta ambivalencia. La realidad es que, aunque durante el proceso de cambio puede aparecer dicho miedo y sensaciones de «no quiero o no puedo», sí se puede salir del TCA y sí se puede cambiar.
Pedir ayuda profesional puede ser el primer paso para afrontar la situación de malestar en la que te encuentras y así romper esa ambivalencia que te mantiene en el TCA. Permítete hacer algo diferente, aún con tus dudas en la mano. Si crees que necesitas ayuda, en el equipo de María Redondo Psicología podemos ayudarte, puedes pedir cita con nuestro equipo de psicólogas a través del siguiente formulario.