¿Alguna vez te has visto haciendo algo que realmente no querías? ¿Has dicho que sí cuando en realidad querías decir que no? Esto nos ocurre más a menudo de lo que nos gustaría y es una clara señal de que necesitamos empezar a poner límites saludables.
Los límites son esas líneas que marcamos para indicar al resto de personas hasta dónde puede llegar. Establecer unos límites saludables hará que te sientas cómoda y segura en tus relaciones, por lo que será imprescindible para tener vínculos sanos.
Señales que me indican que necesito poner límites
Muchas veces nos sentimos mal y no sabemos por qué. Sentimos que algo no va bien o que las cosas no nos salen como nos gustaría. Esto puede ser por muchas razones, pero a nivel de relaciones con familiares, amigos o pareja, es muy habitual que el no sentirse bien se deba a un problema a la hora de establecer límites. Aquí te traigo algunas señales que te van a ayudar a saber si esta es una de las cosas que necesitas trabajar para sentirte mejor.
No te dedicas tiempo a ti misma
Al no poner límites, antepones las necesidades de los demás a las tuyas. Y cuando quieres darte cuenta ya no eres capaz de dedicarte un solo minuto al día para ti y tu autocuidado.
Te sientes agobiada
Aceptas cualquier petición sin valorar si realmente la puedes asumir y acabas teniendo la agenda con mil cosas que hacer. Sientes que tienes más tareas pendientes que el tiempo que necesitas para hacerlas y llega un momento en que esto se traduce en agobio y estrés.
Cuando alguien te pide ayuda sientes resentimiento
Al aceptar peticiones por obligación más que porque realmente quieres aceptarlas pasas a sentir resentimiento hacia las personas que te piden ayuda. Empiezas a pensar que la gente se está aprovechando de ti. Esto hará que tus relaciones no sean saludables y que se vaya produciendo un distanciamiento entre vosotros.
Cuando crees que alguien te va a pedir ayuda le evitas
Siguiendo con el punto anterior, cada vez que piensas que alguien te va a hacer una petición (que vas a tener que aceptar porque no sabes decir que no), evitas el contacto con esta persona.
A una parte de ti le gustaría marcharse y dejarlo todo
Las ganas de evitar cualquier situación que te lleve a hacer cosas por los demás te superan. En algunos momentos se te pasan por la cabeza pensamientos como «Ojalá pudiese irme lejos y dejarlo todo», «Ojalá pudiera desaparecer».
Te sientes culpable cuando dices «no»
Cuando no estás acostumbrada a marcar límites es normal que te sientas mal al hacerlo. Crees que la otra persona se va a enfadar o se va a sentir decepcionada porque no quieres ayudarle. Esa culpa nos lleva a pensar cosas como: «Si no le quiero ayudar es porque soy egoísta», «Van a pensar que soy una mala amiga» o «Soy su hermana, debería ayudarle en todo». Es difícil, pero tenemos que pasar por esto y aprender a decir «no» para poder tener relaciones sanas en las que estén bien establecidos nuestros límites.
Si te has sentido identificada con alguna de las señales anteriores, necesitas aprender a poner límites y trabajar algunos aspectos de tu vida para cambiar esta situación. En el equipo de María Redondo Psicología estaremos encantadas de acompañarte en tu proceso y de ayudarte a encontrar esa paz que necesitas. Puedes pedir cita con nosotras aquí.