¿Qué es la terapia afirmativa?
La terapia afirmativa es aquella que tiene en cuenta de forma transversal las diferentes situaciones que puede atravesar una persona que pertenece al colectivo LGTBIAQ+. Es decir, es aquel estilo terapéutico que trata de atender las necesidades que derivan de ser una persona gay, lesbiana, bisexual o pansexual, trans, intersex, asexual y/o queer en una sociedad basada en la cisheteronorma.
¿Qué es eso de la cisheteronorma?
Un sistema o sociedad basada en la cisheteronormatividad es una sociedad en la que la forma aceptable de expresarse a nivel sexual y afectivo es la heterosexual, y que indice de forma directa en cómo asumimos nuestra identidad. Esta se basa en un sistema binario que categoriza lo masculino y lo femenino como dos condiciones opuestas a la vez que complementarias.
Pero esta estructura va mucho más allá. A través de diferentes mecanismos, marca cuáles deben ser nuestros gustos, nuestra orientación sexual, nuestra expresión e identidad de género y los roles que asumir tanto en el sistema público (a nivel social, político o económico) como en el privado (la familia, el hogar, la pareja…).
Se nos vende como un sistema predominante por su carácter «normal» y «natural» pero está muy lejos de serlo; ya que, en la naturaleza, lo que realmente predomina es la diversidad.
De esta forma, un sistema cisheteronormativo no reconoce la existencia de la ambigüedad y todo lo que existe en el gris entre estas categorías polarizadas es silenciado, suprimido o extinguido. Es decir, todas aquellas conductas, orientaciones y/o identidades que transgreden dicha normatividad son invisibilizadas, discriminadas e incluso perseguidas dentro de la sociedad.
¿En qué casos es necesaria?
Pese a que la consulta psicológica debe ser (y es) un espacio seguro y libre de juicios, todas las personas (incluidas las profesionales de la psicología) vivimos en un sistema heteronormativo. ¿Y eso qué significa? Pues que, si hemos nacido y nos hemos criado en esta sociedad, por muy poco que nos guste, habremos interiorizado prácticas y normas de estas características, ya que se encuentran tan extendidas y pueden llegar a ser tan sutiles, que las consideramos naturales.
Así, pese a que muchas psicólogas estamos sensibilizadas en realizar terapia atendiendo las necesidades que puedan derivar de ser gay, lesbiana, trans, bisexual o pansexual, intersex, asexual y/o queer, aún existen ciertas profesionales que aplican terapia convencional sin tener en cuenta la transversalidad de circunstancias específicas por las que pasan ciertas personas por el hecho de pertenecer a un colectivo o población determinada (por ejemplo, LGTBIAQ+, ser mujer, pertenencia a diferentes etnias, tener diversidad funcional, etc).
De esta forma, se podría caer en el error de pensar que es la propia pertenencia a dicho colectivo o población la causante del sufrimiento (el síntoma), cuando realmente el problema está en las violencias a las que la persona es sometida a nivel personal, grupal, familiar y/o social, y en las emociones desagradables que traen consigo.
Así, una psicóloga más sensibilizada en las casuísticas que conllevan pertenecer al colectivo LGTBIAQ+, podrá entender mejor los procesos por los que pasan muchas personas del colectivo por el simple hecho de vivir fuera de la normatividad (por ejemplo, salir del armario, homofobia interiorizada, etc). Y, por tanto, orientará la terapia psicológica hacia el desarrollo de herramientas que permitan a la persona relacionarse mejor consigo misma, con las demás y con su entorno.
De este modo, la terapia afirmativa LGTBIAQ+ se basa en procurar un adecuado proceso de aceptación de la propia identidad y/u orientación sexual, sin que por ello se menosprecien o dejen en segundo lugar otros objetivos de la terapia. Se trata, pues, de que la terapia afirmativa se desarrolle de forma transversal al modelo psicológico que de base al tratamiento.
¿Quién puede beneficiarse de ella?
Hay una respuesta a esta pregunta que resulta bastante obvia: las personas que pertenezcan al colectivo LGTBIAQ+. No obstante, hay más personas que podrían beneficiarse de este tipo de terapia transversal al tratamiento, como podrían ser aquellas que se ven rodeadas, de forma más o menos cercana, de personas que pertenecen al colectivo (que, por cuestión de estadística, somos todas, otra cosa es que lo sepamos).
Ser conscientes de los roles y las presiones sociales a las que estamos sometidas por nuestro género, nuestra orientación sexual o nuestra identidad, hace que podamos comprender mejor nuestras conductas y nuestra relación con nosotras mismas, las demás y nuestro entorno.
Las personas que, con nuestra mera existencia, desafiamos el sistema normativo somos sometidas a presiones y violencias que, especialmente desde el privilegio de la normatividad, a veces resulta complicado comprender. De ahí la importancia de desarrollar una terapia centrada en la persona y procurar que el tratamiento psicológico sea acorde a la situación y condición de la persona que acude a consulta.